¿Por qué se autolesionan los adolescentes? La terapia psicoanalítica puede ayudar a hacerse las buenas preguntas

Golpear el cuerpo, cortarlo, atiborrarlo de comida o hacerlo pasar hambre, anestesiarlo o sobreexcitarlo con sustancias de todo tipo, adoptar conductas temerarias, aislarse de los otros o bien agredirlos física o psíquicamente, son algunos de los modos con los adolescentes contemporáneos tratan su angustia sin pasar siquiera por la subjetivación de un sufrimiento psíquico. Las autolesiones y otros síntomas adolescentes son un modo de autotratamiento espontáneo de un malestar profundo y a menudo inconsciente. La terapia psicoanalítica está especialmente indicada en el tratamiento de estas formas actuales que toman los síntomas adolescentes.

¿Qué lleva a los adolescentes a autolesionarse?

Es preciso remitirnos a la función singular que tienen las autolesiones en cada adolescente. Sin embargo, desde nuestra experiencia clínica podemos hacer una primera hipótesis: cortarse o autolesionarse es un modo de extraer del cuerpo una angustia que resulta insoportable, cuando no se cuenta con un recurso mejor.

Muchos síntomas de los que sufren los adolescentes de hoy no son signo de una represión de la sexualidad, como ocurría con los síntomas del tiempo de Freud. Hoy la causa del malestar es otra: el efecto del exceso pulsional en los cuerpos da lugar a una angustia insoportable. El ideal social ya no es la renuncia y el sacrificio como unas décadas atrás, sino más bien el ser totalmente feliz y disfrutar sin límites. Esto ha producido una mutación en las subjetividades que se percibe de forma muy aguda en el sufrimiento de los adolescentes. Este momento de la civilización dificulta la inscripción en el aparato psíquico de la pérdida, y eso tiene efectos. La terapia orientada por el psicoanálisis puede ayudar a esclarecer la causa de estos síntomas que tanto preocupan a los adultos.

¿Cuál es la causa de las autolesiones que se practican los adolescentes?

Los animales no se ven invadidos por la angustia. Los humanos sí, porque en el lugar del instinto y la necesidad, que tienen objetos y mates claras, tenemos la pulsión y el deseo, mucho más complicados y dependientes de las palabras para orientarse. El deseo es el regulador de la pulsión, y ambos necesitan estar anudados para que la pulsión no conduzca al sujeto a derivas mortíferas. El deseo, ese operador psíquico que nos ata a la vida, tiene que ver con la inscripción inconsciente de una pérdida en el campo de lo mental. Si esta pérdida no se inscribe lo que nos encontramos es la pulsión desregulada. Se trata entonces de la experiencia del “sin límite”, del “demasiado lleno” que produce un desbordamiento. Es de esto que testimonian los síntomas contemporáneos adolescente, y los cortes servirían aquí a modo de “drenaje” de esa inundación de goce insoportable.

Los cortes en la piel, señalados como una solución a la angustia extrema y fuera de control, son muchas veces vividos como un mecanismo de descompresión en situaciones de desbordamiento que tiene una función de alivio. Esta función calmante es sin embargo muy limitada en el tiempo, por lo que llama a una repetición. Es una muestra de la falta de otros recursos simbólicos de mayor alcance para tramitar un malestar intenso que invade el cuerpo. Se recurre a inscribir sobre el cuerpo de este modo una pérdida que no puede inscribirse de otra manera.

Las situaciones que pueden desencadenar los cortes van desde conflictos con el otro (problemas familiares, ser víctima de acoso o de rechazo, sentirse solo, abandonado o desamparado, las dificultades en los vínculos sociales) a la necesidad de aliviarse de un sentimiento de insuficiencia o de culpa que resulta insoportable, mediante esta especie de “castigo”.

Estas prácticas sobre el cuerpo (anorexias y bulimias, adicciones, violencias, cortes y escarificaciones…) han existido desde siempre. Lo nuevo es la dimensión epidémica que toman en este momento. Los ritos de pasaje de muchas sociedades primitivas implicaban marcas y escarificaciones en el cuerpo, una cierta escritura de ese pasaje por la pérdida y el renacimiento a un nuevo lugar en el grupo social. Las condiciones del capitalismo extremo actual, cuya propuesta única es consumir todo en exceso, dificultan la inscripción de la pérdida simbólica que permite que el sentimiento de la vida circule en un cuerpo. Como consecuencia, muchos adolescentes contemporáneos se entregan a prácticas donde se trata de regular la angustia del exceso directamente sobre el cuerpo, sin articularlo a una falta simbólica. Es el caso de las autolesiones: el cutting, los golpes, arañazos etc.

En otros casos el corte parece tener la función de extraer al sujeto de un estado de despersonalización o pérdida del sentido de su vida o de sus pensamientos. Ahí el corte restablece un cierto ordenamiento y unificación de la experiencia haciendo de borde que impide el estallido del sentido y la disociación subjetiva.

En contra de la primera impresión, en general los cortes no se presentan como una autoagresión, no buscan infligir daño ni son conductas suicidas, sino todo lo contrario: son un intento de aliviar el sufrimiento. En general se trata de cortes superficiales en los brazos, piernas y/o abdomen, que no suelen darse a ver. No suelen tener el sentido de una llamada al otro ya que en la mayoría de los casos se mantienen en secreto, incluso con un sentimiento de vergüenza. Si bien es una práctica que en general se realiza en privado, lo cierto es que existe también la dimensión del “contagio”, del recurrir a ella porque se sabe que otras lo hacen y les funciona.  Digo otras porque en general la proporción de mujeres frente a varones es llamativa, al igual que sucede con la anorexia.

Podemos considerar que hay en la práctica del cutting  cierta dimensión común con la anorexia, en tanto en ambos casos se trata de patologías del exceso que tienen en común la experiencia delo ilimitado, de la pérdida del control y la implementación de una práctica corporal que intenta restaurar ese control convirtiéndose a su vez en una experiencia del sin límite y la falta de control: no poder parar de cortarse cada vez, al modo de una adicción o dejar de comer sin medida hasta poner la vida en peligro. 

Terapia psicológica Autolesiones adolescentes terapia psicológica

Cómo tratar los comportamientos autolesivos

No siempre los adolescentes que se lesionan piden ayuda. A menudo son los padres y amigos quienes descubren estos comportamientos. Lo más importante es no añadir más estrés con juicios y valoraciones. Aunque sin duda está el elemento de contagio de unos adolescentes a otros, estas prácticas no las lleva a cabo un joven si no es para tratar un sufrimiento que no puede tramitar de otro modo mejor. Se trata más bien de ayudar de localizar que hay un malestar profundo en juego y que conviene consultar para tratar la angustia desatada que está en la base de la conducta. 

La terapia orientada por el psicoanálisis va a escuchar la función que  tienen estos actos en cada caso, identificar qué situaciones los desencadenan y ayudar a drenar ese exceso de angustia por la vía de la palabra. La ayuda de la medicación puede ser o no necesaria, hay que valorarlo en cada caso. Al mismo tiempo, hay que buscar la forma de efectuar una pérdida que no sea en lo real del cuerpo propio. Se impone aquí un trabajo guiado por la singularidad del caso para encontrar la forma de articularse a un deseo particular, no valen las soluciones iguales para todos. Hay que poder consentir a perder algo para ganar una brújula particular que sirva de orientación en la vida.

Deja un comentario

Este sitio está protegido por reCAPTCHA y se aplican la política de privacidad y los términos de servicio de Google.

Responsable y destinatario: Beatriz García; Legitimación: Consentimiento del interesado/a; Fin del tratamiento: controlar el spam y la gestión de comentarios; Derechos: A acceder, rectificar y suprimir los datos, así como otros derechos detallados en la información adicional; Información adicional: Disponible la información adicional y detallada sobre la Protección de Datos Personales de la web "beatrizgarcia.org" en la política de privacidad.