EL PSICOANÁLIS EN LA VEJEZ

La clave de la vivencia de la vejez tiene que ver con un saber hacer con la pérdida progresiva de las facultades del cuerpo. La pérdida es también esa dimensión inevitable de cada existencia humana, donde nunca se consigue completamente lo que uno esperaba, algo a lo que cada uno se enfrenta con un estilo que le es propio y que determina el tipo de síntomas y malestares que le afectan. La vejez tiene mucho que ver con la relación que uno ha tenido con la vida. Se trata de cuestiones absolutamente singulares que no pueden ser subsumidas en consejos generalistas.

En su libro de reciente aparición “Envejecer: el duelo por uno mismo”, el psicoanalista Bernardino Horne aborda desde su experiencia clínica y personal el proceso inevitable de la vejez y el encuentro con la muerte para mostrarnos como elaborar el luto quizá más decisivo: el que hacemos por nuestro propio cuerpo y nuestras capacidades mermadas.

Saber hacer con la pérdida

Si en la juventud los miedos tienen que ver con los desafíos de la vida en la vejez ese temor se vincula con la proximidad de la muerte. Saber hacer con la pérdida progresiva de las facultades del cuerpo es un arte. Bernardino Horne toma el concepto de duelo tal y como lo utiliza el psicoanálisis de orientación lacaniana. El duelo por uno mismo, por la pérdida de la juventud, por la decadencia del cuerpo, es un trabajo necesario en la última etapa de la vida, en el que, si bien hay un tiempo para los recuerdos, está también la importancia de no quedarse anclado a ellos para poder conectarse con el presente. Se trata de poder percibir la vejez también como una etapa valiosa de la vida.

Cada cual se enfrenta a la muerte con un estilo que le es propio. Algunas personas necesitan hablar de sus temores y otros evitan saber pensar y hablar del tema. En general vivimos en un sueño de inmortalidad, pero la muerte como certeza puede presentarse de golpe en algún momento y hay entonces un instante de ver, de comprender y de convertir en hechos lo sabido, es decir, de construir un saber hacer con eso.

Cómo ayuda el psicoanálisis

Cada cual lleva el trabajo del duelo a su manera y de acuerdo con el estilo de lo que fue su vida. Bernardino Horne da cuenta de cómo el análisis y algunos otros recursos como la meditación o el humor le ayudaron a convivir con la idea de la muerte sin dejarse vencer por el temor.

Vivir es estar en un proyecto. Si bien la soledad y el desamparo son consecuencia inevitable de la forma en la que se estructura el ser humano, en la vejez toman más fuerza. De ahí la importancia de cuidar especialmente los vínculos en la vejez. La relación con los hijos y con la propia pareja cuando los hay, a veces son objeto de dificultades que pueden encontrar un mejor acomodo.

De algún modo cuando se llega a esa etapa vital es importante poder responderse algunas cuestiones: qué he aprendido, cuál quiero que sea mi legado, qué proyectos tengo aún para desarrollar. En estas reflexiones, que pueden abrir a una cierta angustia, hablar con un psicoanalista puede ayudar.