Ansiedad, angustia, fobias

“Cuando tengo que entregar un trabajo, los días anteriores no logro concentrarme, los paso anticipando con el pensamiento cómo va a ser valorado, pienso que va a ser un desastre…”

“Siempre me pongo en lo peor. Si alguien de mi familia tiene que viajar, pienso que va a haber un accidente. Si noto un pequeño dolor pienso en un cáncer. Miro a mi hijo y pienso que no está bien, que no es un niño normal…”

Para el ansioso todo gira alrededor de la espera y la anticipación. Obsesionado con el control, trata de prepararlo todo con antelación, perdiendo en el camino la capacidad de disfrutar y la concentración necesaria para afrontar los retos de la vida.

En pocas décadas nuestra sociedad ha pasado de la cultura patriarcal de la prohibición a una cultura del “todo está permitido”. Esto ha permitido una mayor libertad, pero a la vez ha tenido como efecto un aumento de la cantidad de angustia producida por la falta de referencias simbólicas con las que enfrentar la existencia. A diferencia de otras épocas en que las personas sufrían por la represión de sus impulsos, hoy se sufre mucho de la angustia por una satisfacción que no encuentra un límite, se sufre del “exceso” y de la ausencia de la falta. Esta clínica del exceso es la que encontramos en las toxicomanías y adicciones de todo tipo, en la anorexia o la bulimia, en los trastornos límite de la personalidad etc. Son lo que llamamos “nuevos síntomas” o “síntomas contemporáneos”, cuya referencia no es el síntoma clásico freudiano, sino la angustia, el estrés y el ataque de pánico.

La ansiedad o su versión más aguda, la angustia “desatada” y los ataques de pánico, son muy frecuentes en la actualidad, en un momento social que nos empuja a conseguirlo “todo” y a no perdernos nada. Cuando toda la vida se transforma en tensión y la ansiedad empuja a intentar controlar cada vez más todos los aspectos de la propia vida, se entra en un círculo infernal del que es difícil salir. La terapia orientada por el psicoanálisis es eficaz en el tratamiento de la ansiedad y la angustia.

Las fobias a todo tipo de objetos y situaciones son lo que podríamos llamar una “terapia espontánea”, un modo de desplazar la angustia difusa hacia un objeto concreto que puede ser evitado. En todo caso, se trata de un “autotratamiento” de la angustia que no se debe destruir sin ofrecer una barrera alternativa que proteja de la angustia insoportable e invasora. No se debe, por tanto, forzar las defensas haciendo que la persona se exponga a las situaciones que lo angustian. El tratamiento pasa por localizar las coordenadas que desencadenan la angustia y ayudar a construir una defensa más adecuada.