LA FAMILIA EN PSICOANÁLISIS

La función de la familia es hacer emerger un sujeto

A pesar de los profundos cambios que ha experimentado la familia no deja de tener un lugar social central que deriva de su función insustituible. La función de la familia es hacer emerger un sujeto. El niño es primero un objeto (de cuidados, de amor, de miradas, de cosas dichas sobre él:::) y debe ser liberado de eso para poder aparecer como sujeto y tomar la palabra en nombre propio.

Sin duda la familia está experimentando cambios profundos que la alejan de cualquier idea de anclaje “natural”. Encontramos hoy una gran diversidad de familias, cuya invariante es, más allá de la satisfacción de necesidades, transmitir un deseo que ponga orden en la dimensión dañina de la pulsión. Pero en esa transmisión hay algo que queda fuera, un hueso irreductible que no se puede resolver por la transmisión de valores, límites etcétera. Las familias a menudo pretenden que la educación recubra todo y lo que se encuentran es que hay aun malestar irreductible, algo que parece no tener solución y con lo que las familias se las tienen que arreglar. Por otra parte, el psicoanálisis muestra cómo la familia es el lugar del malentendido entre los sexos: nuestra herencia es siempre el encuentro de dos que no hablan la misma lengua, que no se escuchan ni se entienden.

El malestar en la familia

Constatamos, entonces, que no hay familia sin malestar: o constriñe demasiado a sus miembros o no es capaz de poner un freno al goce. Además, siempre hay algo que resolver en los vínculos de la familia como si en ella hubiera siempre un problema no resuelto. La familia está unida por algo no dicho que es siempre un secreto sobre el goce de los padres, sobre aquello que los desborda y con lo que a menudo no se las han arreglado muy bien. La familia trasmite identificaciones y también un resto, lo que no se dice del goce de los padres. Este resto aparecerá en forma de síntomas en momentos de crisis.

Habría dos modos de pensar la familia: por una parte, como una especie de novela, una ficción, un relato, significantes privilegiados e identificaciones; todo un entramado simbólico que permite al sujeto sostener el apego a un goce que esa trama de significantes familiares cifra. Por otra parte, está lo que resta de esa novela familiar, es decir el goce que se juega en la familia, el punto en que la pulsión ha quedado fijada a los objetos familiares . El goce que depara la familia la transforma en un obstáculo para que un sujeto abandone la causa familiar por una propia. La consecuencia de esto es el aplastamiento del deseo y la dificultad de hacer emerger un sujeto separado de la familia.

La familia en la experiencia psicoanalítica

Para un psicoanalista orientado por la enseñanza de Lacan se tratará de acoger los síntomas sin crear la ilusión de un ideal familiar. Si la familia tradicional intentaba, sin éxito, estructurarse respecto al padre castrador que se hacía representante de la pérdida, muchas familias contemporáneas se organizan alrededor de un modo de gozar, constatándose la imposibilidad de registrar algo del orden de la pérdida y no digamos trasmitirla.

En palabras de la psicoanalista Blanca Sánchez, el análisis sería un proceso de «desfamiliarización», un atravesamiento de las ficciones e historias familiares que permita encontrar lo que causa el deseo más allá de la novela familiar. Se trata por tanto de ir de lo familiar a lo singular, a cernir la causa del deseo más allá de los ideales famiiares. Aunque a menudo suponemos que somos lo que la familia hace de nosotros, lo cierto es que no hay una causa directa en la familia. El sujeto se deduce, no de quién fue su familia, sino de lo que hizo con lo que encontró. Cómo jugó las cartas que le tocaron y qué posición subjetiva adoptó antes las circunstancias de su llegada al mundo, los significantes que escuchó en su infancia etc.

Incluso en los casos graves de patologías familiares lo que se espera del analista es una intervención que no deshumanice y que ayude al sujeto a tratar su propio insoportable familiar de manera que pueda salir adelante sin recurrir a hacerse daño a si mismo o a otros.