La adolescencia es un proceso de búsqueda de identidad y sentido personal. Es muy importante que el adolescente encuentre en algún momento de su desarrollo la forma de verse a sÍ mismo como amable y digno de aprecio. Pero este logro resulta muy difícil o imposible para algunos jóvenes que se ven asediados por pensamientos respecto a defectos en su cuerpo. Otros se angustian por su supuesta falta de inteligencia o de habilidad para relacionarse con los demás y hacerse querer. Esto se conceptualiza a menudo desde las diferentes corrientes de la psicología como falta de autoestima. Veamos qué puede aportar el psicoanálisis a la cuestión de la autoestima en los adolescentes.
Lo que el psicoanálisis puede enseñar sobre el concepto de autoestima
Se habla mucho en los medios de la necesidad de cultivar y entrenar la autoestima en la adolescencia. Se busca que todo el mundo sepa juzgar con ecuanimidad sus virtudes y defectos y ser capaz de dar más valor a los primeros y corregir los segundos. Sin embargo, ¿cómo entender el hecho de que en muchos adolescentes y jóvenes ciertos pensamientos dolorosos sobre sí mismos insisten (hay algo que está mal en mi cabeza, soy tonto, soy fea, nadie me va a querer, etc)? También es una observación común que en muchas personas existe una inercia para colocarse siempre en un mal lugar, para experimentar que el otro no los tiene en cuenta y sentirse triste por las cartas que le tocaron en la vida.
La valorización de una persona hacia sí misma tiene que ver con quiénes fuimos para nuestro Otro primario, y ciertas experiencias dejan huellas psíquicas muy profundas que no se eliminan con técnicas conductuales para eliminar los pensamientos inadecuados. La experiencia del psicoanálisis nos muestra que hay una fuerza en el interior del psiquismo que trabaja contra la persona y hace obstáculo a la creencia en la promoción de la autoestima como panacea para todos los problemas.
Me voy a guiar por el ejemplo clínico del maltrato. Las mujeres que sufren de malos tratos se dice que sufren de baja autoestima. Sin duda hay que quererse poco para dejarse maltratar por alguien una y otra vez. Sin embargo, si formulamos la falta de estima de si como la causa del asunto y presentamos a las mujeres como víctimas nos olvidamos de algo fundamental: lo que hace que una persona permanezca enganchada a una situación de maltrato, que no pueda separarse de ahí y que elija una y otra vez parejas que la maltratan. Esta es la cuestión fundamental. Evidentemente en una situación de maltrato la culpabilidad queda del lado del maltratador. Pero si no abrimos la pregunta por la responsabilidad que la parte maltratada tiene en la situación, no habrá manera de encontrar una salida. SI nos empeñamos en convencer a esa persona de que es muy valiosa, la empujamos a que se ame cuando en realidad hay algo de si misma que no puede amar, que le resulta extremadamente extraño. Esa parte de si misma que la empuja a encontrar parejas que la maltratan y a quedarse en esa situación.
Si nos guiamos por la brújula de dar valor a la persona, empujarla a autoestimarse y lo dejamos desconocer su particular responsabilidad en los asuntos por los que sufre, nos extraviamos, porque desconocemos la realidad de la pulsión interior que nos empuja hacia lo que nos daña. Será el psicoanalista Jacques Lacan quien haga la crítica más contundente, no al concepto de autoestima en concreto, pero sí al culto al yo, poniendo el acento en el engaño que subyace a toda ilusión de identidad.
Cómo ayuda el psicoanálisis a mejorar la autoestima en la adolescencia
En un análisis uno puede descubrir que lo que pensaba que era su identidad a menudo es una identificación producto de su historia y una elección inconsciente: ser eso para el Otro ha sido la forma de hacerme amar y desear, de encontrar un lugar en el Otro en función de lo que pensaba que el otro esperaba de mi. Es de esto que uno puede desembarazarse con el efecto de alivio consiguiente.
El psicoanálisis muestra que se pueden deshacer los nudos de un destino. Ahí donde uno sufre de una identificación que tiene que ver con su historia íntima, una psicoterapia psicoanalítica permite separarse de ese “debes ser esto” y cambiar la propia relación con la vida.
La dirección en una psicoterapia psicoanalítica no va a ser reforzar el yo, sino buscar un modo mejor de arreglárselas con aquello que produce síntomas en cada uno, lo que no pasa por la razón. Uno puede localizar en un análisis aquello que verdaderamente es lo más propio, lo que lo diferencia de todos, lo hace sentirse vivo y le impide quedar reducido a ser lo que el Otro espera de uno. Esto, quizá, sí es más digno de amarse con un amor menos tonto que el amor a la propia imagen.