VÍCTIMA, PERO ¿DE QUÉ?

En su libro «La tentación de la inocencia» el sociólogo Pascal Bruckner comenta como en las sociedades tradicionales, cuando uno se sentía desgraciado podía culpar al oscurantismo de la Iglesia, a la presión de la sociedad y la familia o a la arbitrariedad de las instituciones. Pero hoy en día, ¿a quién culpar de mis desgracias? Paradójicamente, «reparación a las víctimas» es uno de los sintagmas prevalentes de nuestra época. Cuanto más libre se presenta el sujeto moderno, más propenso parece a invocar la culpabilidad de un otro responsable. Ayer los sujetos denunciaban las intromisiones intolerables de la sociedad en sus vidas y hoy acusan a la sociedad de abandonarlos a su suerte por autorizarlos a ser ellos mismos. La tristeza por no haber gozado de todo lo que anhelaban, la sensación de haber sido estafados, timados, decepcionados en lo más profundo. La vida del hombre libre tiene estructura de promesa, y cada uno de nosotros está sujeto a pensar que se merecía algo mejor y debería recibir una compensación.

El fenómeno de la victimización, definido como la proliferación del número de personas que se sitúan bajo este nombre de víctima (de violencia de género, del terrorismo, de delitos violentos, de accidentes, de enfermedades varias…) así como la colectivización de las víctimas bajo rasgos de identificación comunes, es un fenómeno de la modernidad.

A diferencia de lo que ocurría en las sociedades premodernas, donde todo estaba más pautado, el hombre contemporáneo vive en un mundo incierto, donde no sabe lo que le espera ni puede hacer demasiados cálculos sobre su futuro. La modernidad celebró la liberación del yugo de la tradición y la autoridad, la conquista de mayoría de edad del ser humano. Esta alegría de la libertad, sin embargo, fue revelando progresivamente su cara de desconcierto. El poder en el mundo jerarquizado ciertamente sometía pero garantizaba un orden en el que inscribirse. No todo estaba a cargo del propio sujeto. En los sistemas democráticos modernos cada sujeto está libre de cualquier sujeción a la jerarquía, de cualquier obligación por nacimiento, y es por tanto libre de hacer su propio camino. Paradójicamente, esta libertad puede resultar un tormento. No todo el mundo está preparado para asumirla. La salida del mundo de la seguridad de la tradición ha puesto de manifiesto la proliferación de subjetividades frágiles.

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NUEVAS MATERNIDADES Y PROCREACIÓN MÉDICAMENTE ASISTIDA: CONSIDERACIONES DESDE EL PSICOANÁLISIS

Así como la sexualidad se emancipó de la reproducción gracias a los avances en contracepción, hoy los avances en procreación médicamente asistida (en adelante PMA) han permitido que la reproducción prácticamente se emancipe de su sustrato sexual. Actualmente es posible concebir un hijo habiendo eludido el acto sexual,  y ni siquiera el padre y la madre corresponden necesariamente al hombre y la mujer, tanto por la realidad de las parejas homosexuales, que encuentran sus maneras de tener hijos, como por la posibilidad de que un hombre pueda gestar (el caso de un hombre transexual que, siendo mujer anteriormente decide conservar sus órganos reproductores internos y utilizarlos más adelante para ser inseminado y gestar un hijo), una de las mayores sacudidas al orden tradicional.

La ciencia ha contribuido de una forma radical a la disolución de los roles familiares tradicionales, produciendo una sensación de “vértigo del origen”, en la expresión de François Ansermet. Personalmente, me enfrento a esta cuestión en tanto que psicoanalista,l o que supone no estar en una posición de saber lo que conviene a priori, sino de escuchar los malestares que se producen en cada momento de la civilización. “Mejor pues que renuncie quien no pueda unir a su horizonte la subjetividad de su época”, decía Lacan en «Función y campo de la palabra en psicoanálisis». Nuestro tiempo es el de la incidencia de la ciencia sobre el cuerpo. Tratemos, pues, de plantear preguntas orientadas que incluyan la complejidad de los temas.

Hay algo de irrepresentable en el origen de una vida humana. No hay modo de pensar verdaderamente como un ser humano puede ser madre o padre de otro. Es un agujero en lo simbólico, un impensable  que se obtura con construcciones imaginarias, fantasmáticas y sintomáticas. En cierto sentido, en nuestros fantasmas, todos somos productos de la PMA. Las teorías sexuales infantiles lo muestran muy bien.

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¿DE DONDE VIENE EL ODIO A LAS MUJERES?

Desde la antigüedad la mujer ha encarnado la idea del mal, tanto en los mitos como en el arte o la literatura. Son incontables las figuras femeninas que producen el más vivo horror en todas las culturas, no solamente la occidental.

Una de las figuras más antiguas es Lilith una diablesa de origen posiblemente asirio-babilónico que tomó después un lugar preponderante en la tradición hebraica como la primera mujer creada por Dios, que fue la mujer de Adán, antes de Eva (1). Dios no la formó a partir de la costilla de Adán, sino de inmundicia y sedimento. La pareja nunca encontró la paz porque Lilith se negaba a someterse y acostarse debajo de Adán, al que trataba como a un igual. Cuando Adán trató de obligarla a obedecer por la fuerza, Lilith se rebeló, abandonó el Edén y se unió al mundo de los demonios. Además de rebelde, se la prefigura como extremadamente malvada y enemiga de los recién nacidos y niños en general, y se la representa como vampírica y devoradora de hombres, verdadera precursora de las mujeres fatales del siglo XIX.

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¿ES NECESARIO AMARSE A SI MISMO? EL ESPEJISMO DE LA AUTOESTIMA

El psicoanálisis nace como una teoría que subvierte la idea del devenir de la humanidad como un progreso continuo y muestra el reverso de esa figura central de la modernidad que es el sujeto de la conciencia y de la voluntad. El descubrimiento freudiano del inconsciente va a infligir una herida narcisística a la humanidad, porque va a mostrar que esa figura no es más que un espejismo, ya que la mayor parte de las fuerzas que operan en los seres humanos escapan a su voluntad y no solo eso, sino que buena parte de los impulsos que nos guían se oponen a lo que nos conviene.

Cuando Lacan inicia su trabajo, lo que está en boga en el mundo psicoanalítico es la Ego Psychology. Esta fue la adaptación de las teorías freudianas llevada a cabo en Estados Unidos por un grupo de analistas europeos que emigraron a este país: Hartmann, Lowenstein, Kris, Erikson y Rapapport entre los más conocidos. Esta corriente postfreudiana va a privilegiar el Yo en detrimento del tratamiento de la pulsión, guiándose por la máxima freudiana (donde Ello estaba, Yo debe advenir). En su concepción, opuesta a una supuesta decadencia europea que pone el foco en el conflicto y la muerte, la propuesta es una pragmática basada en la higiene mental que se extiende en los Estados Unidos a través de la psiquiatría y de los consultorios en revistas femeninas que indican como criar a los hijos, como mantener un matrimonio feliz, como alcanzar las propias metas en la vida etc. Para estos teóricos, las funciones yoicas no eran solo producto del conflicto intrapsíquico entre ello y superyo, sino que eran adaptativas, existiendo las llamadas áreas libres de conflicto que conviene potenciar en los tratamientos. La idea de integración y adaptación a la sociedad no están lejos. Lacan les criticaría su imitación servil de los ideales del american way of life.

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LOS SÍNTOMAS CONTEMPORÁNEOS

Cada época se caracteriza por su forma de tratar con la pulsión. En la época de Freud se recurría a la prohibición. Era lo que en psicoanálisis llamaríamos «el reino del padre»,  representante por excelencia de la prohibición en esos tiempos, y la represión era el sistema con el que fundamentalmente los sujetos se manejaban para mantener sus pulsiones a raya. Como sabemos eso funcionaba relativamente, los sujetos hacían síntomas que podemos calificar de «freudianos», producidos por la represión.

 

Entre la obra de Freud y la de Lacan hemos pasado de una sociedad de productores con la ética de la renuncia propia de ese capitalismo de producción, a una sociedad de consumidores, a un capitalismo basado en el consumo masivo, donde la cultura ha dejado de basarse en la renuncia a apoyarse en lo contrario: una cultura que demanda gozar sin límites: Just do it, impossible is nothing, enjoy Coca-Cola etc. Y lo que Lacan va a mostrar es que en el capitalismo hay malestar también por la satisfacción misma, y no por la renuncia, como en tiempos de Freud. Ya Freud había vislumbrado que el malestar del ser humano no tenía que ver sólo con la renuncia que imponía la cultura, sino que había algo en el corazón mismo de la estructura que imposibilitaba la satisfacción completa. De modo que, igual que no hay felicidad total en la cultura pura, tampoco hay felicidad en la satisfacción de la pulsión, porque esta linda siempre con un más allá del principio del placer.

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POR QUÉ EL PSICOANÁLISIS ES ÚTIL PARA PENSAR LO SOCIAL

Hay un prejuicio de que el psicoanálisis no se ocupa de lo social. Es cierto que el psicoanálisis es fundamentalmente una práctica de uno por uno, sin embargo sabemos que el sujeto no está solo. De hecho, al sujeto lo precede siempre el Otro, porque el sujeto está hecho de palabras, y las palabras son siempre las palabras del Otro. Un psicoanálisis, se puede decir así, es escuchar hablar al Otro que habita en cada uno de nosotros, ese Otro al que normalmente no escuchamos porque lo recubrimos con los ropajes del yo, de la propia voluntad… En un psicoanálisis se hace la experiencia de escuchar lo que del Otro habita en nosotros, las palabras que nos han dejado una marca, que nos han hecho posicionarnos de determinada forma en la vida, el guión que nos guía en la vida sin saberlo.

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