NUEVAS MATERNIDADES Y PROCREACIÓN MÉDICAMENTE ASISTIDA: CONSIDERACIONES DESDE EL PSICOANÁLISIS

Así como la sexualidad se emancipó de la reproducción gracias a los avances en contracepción, hoy los avances en procreación médicamente asistida (en adelante PMA) han permitido que la reproducción prácticamente se emancipe de su sustrato sexual. Actualmente es posible concebir un hijo habiendo eludido el acto sexual,  y ni siquiera el padre y la madre corresponden necesariamente al hombre y la mujer, tanto por la realidad de las parejas homosexuales, que encuentran sus maneras de tener hijos, como por la posibilidad de que un hombre pueda gestar (el caso de un hombre transexual que, siendo mujer anteriormente decide conservar sus órganos reproductores internos y utilizarlos más adelante para ser inseminado y gestar un hijo), una de las mayores sacudidas al orden tradicional.

La ciencia ha contribuido de una forma radical a la disolución de los roles familiares tradicionales, produciendo una sensación de “vértigo del origen”, en la expresión de François Ansermet. Personalmente, me enfrento a esta cuestión en tanto que psicoanalista,l o que supone no estar en una posición de saber lo que conviene a priori, sino de escuchar los malestares que se producen en cada momento de la civilización. “Mejor pues que renuncie quien no pueda unir a su horizonte la subjetividad de su época”, decía Lacan en «Función y campo de la palabra en psicoanálisis». Nuestro tiempo es el de la incidencia de la ciencia sobre el cuerpo. Tratemos, pues, de plantear preguntas orientadas que incluyan la complejidad de los temas.

Hay algo de irrepresentable en el origen de una vida humana. No hay modo de pensar verdaderamente como un ser humano puede ser madre o padre de otro. Es un agujero en lo simbólico, un impensable  que se obtura con construcciones imaginarias, fantasmáticas y sintomáticas. En cierto sentido, en nuestros fantasmas, todos somos productos de la PMA. Las teorías sexuales infantiles lo muestran muy bien.

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ADOLESCENCIA Y TRIBUS URBANAS

tribus urbanas en la adolescencia terapia psicologica

La adolescencia como concepto no es seguro que haya existido antes del siglo XX. En la biología existe la pubertad. La adolescencia es la respuesta que cada individuo y cada sociedad dan a ese real de la pubertad, cómo lo simbolizan…. En la tradición había ritos que operaban para metaforizar ese pasaje de la infancia a la adultez, ritos que sirven para anudar lo real del organismo que se transforma con la imagen del cuerpo y lo simbólico (el lugar que cada cual ocupa en la sociedad). Hoy constatamos que ese rito en la adolescencia se hace con dificultades y toma mucho tiempo, incluso se eterniza. Hay una dificultad en metaforizar ese cambio y en su lugar aparece lo que se ha dado en llamar desde la sociología una subcultura juvenil, donde los adolescentes y jóvenes quedan segregados del resto de la sociedad.

En la historia de la humanidad, los adolescentes fueron considerados sobre todo como adultos. Vivían con adultos y podían tomarlos como «modelo”. Mientras que ahora, que existe este constructo de la adolescencia, hacemos vivir a los jóvenes entre ellos, aislados de los adultos, y en una cultura que les es propia, donde se toman unos a otros como modelo. Es decir, que más que una ritualización de la entrada en la edad adulta encontramos una fraternidad igualitaria entre los jóvenes animada por un ideal de rebelión, incluso de exclusión.

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LA VIVENCIA DEL CUERPO EN LA PSICOSIS Y ALGUNAS RECOMENDACIONES PARA APROXIMARSE A LA LOCURA

Lo que el psicoanálisis nos enseña es que la vivencia del propio cuerpo o de la realidad no son cuestiones objetivas sino que están sujetas a la construcción de una estructura psíquica que no se desarrolla de forma “natural”, por maduración, sino que tiene sus avatares. El cuerpo no es un don de la naturaleza. Cuando nacemos lo que tenemos es un organismo. Para que se convierta en un cuerpo son precisas ciertas operaciones.

En la enseñanza de Lacan hay tres dimensiones de la experiencia humana que dan lugar a la estructura del psiquismo. Esas tres dimensiones son lo Simbólico (el lenguaje), lo Imaginario (la imagen del cuerpo) y lo Real, que sería lo imposible de representar por las dos dimensiones anteriores.

Esas tres dimensiones tienen que estar anudadas para que exista la vivencia de que se tiene un cuerpo. En el encuentro con el lenguaje lo vital del cuerpo sufre una pérdida. Ya no es nunca más un organismo que satisface naturalmente sus necesidades, sino que estas quedan perturbadas, sujetas a un discurso. Además, esa pérdida puede ser o no inscrita en términos de lo que en psicoanálisis llamamos castración. La castración supone una regulación del goce, un cierto ordenamiento: el sujeto pasa a estar regulado por lo simbólico, que le da una estructura. Lo simbólico introduce una pérdida, pero también un ordenamiento y una orientación del deseo. En la psicosis esta operación de castración no se produce y el cuerpo queda como demasiado real, demasiado vivo, un cuerpo que se vive como extraño, incluso como enemigo, que no obedece a la voluntad de su dueño, con el que hay que hacer un esfuerzo sobrehumano para mantener todo en orden.

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¿ES LO MISMO PSICOSIS QUE LOCURA?

En la nosografía psiquiátrica los diagnósticos tienen que ver con la fenomenología. Cuando encontramos alucinaciones o delirios, pensamos que estamos ante una psicosis, y probablemente es así. Pero el psicoanálisis no apunta a los fenómenos observables sino a la estructura, que se escucha en lo que el paciente dice, de modo que podemos pensar que una persona tiene una estructura psicótica a pesar de que no se encuentren las manifestaciones típicas de la psicosis, y viceversa.

En todo caso, no siempre la psicosis está desencadenada. Muy a menudo nos vamos a encontrar con manifestaciones discretas de la psicosis. Es decir, que hay personas que por su estructura podríamos llamar psicóticas que no necesariamente van a llegar a sufrir un brote psicótico. Estas personas han encontrado un modo de estabilización de su estructura. Los modos en que una persona puede estabilizarse son muy variados. Puede tratarse de una pareja, de un trabajo con características especiales para esa persona, de un gusto por el arte, la escritura o determinada afición particular. Algunos modos de estabilización son paradójicos, por ejemplo una adicción a las drogas o al alcohol, una anorexia o bulimia, unos rituales obsesivos, pueden tener esa función… La estabilización puede venir por muchas vías, más o menos exitosas. Lo importante a subrayar aquí es la diferencia de perspectiva que aporta el psicoanálisis con respecto al síntoma, que es siempre algo a escuchar antes que a eliminar.

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¿DE DONDE VIENE EL ODIO A LAS MUJERES?

Desde la antigüedad la mujer ha encarnado la idea del mal, tanto en los mitos como en el arte o la literatura. Son incontables las figuras femeninas que producen el más vivo horror en todas las culturas, no solamente la occidental.

Una de las figuras más antiguas es Lilith una diablesa de origen posiblemente asirio-babilónico que tomó después un lugar preponderante en la tradición hebraica como la primera mujer creada por Dios, que fue la mujer de Adán, antes de Eva (1). Dios no la formó a partir de la costilla de Adán, sino de inmundicia y sedimento. La pareja nunca encontró la paz porque Lilith se negaba a someterse y acostarse debajo de Adán, al que trataba como a un igual. Cuando Adán trató de obligarla a obedecer por la fuerza, Lilith se rebeló, abandonó el Edén y se unió al mundo de los demonios. Además de rebelde, se la prefigura como extremadamente malvada y enemiga de los recién nacidos y niños en general, y se la representa como vampírica y devoradora de hombres, verdadera precursora de las mujeres fatales del siglo XIX.

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EN UN PSICOANÁLISIS, ¿HAY QUE HABLAR DE LOS PADRES?

Es un estereotipo que en psicoanálisis uno se dedica a hablar de sus padres. Bueno, esta es la razón: la familia es la que nos introduce en el lenguaje, el lugar del Otro con mayúsculas, que es un elemento en la estructura del psiquismo, se encarna en la familia. La lengua que hablamos es siempre la lengua del Otro, que la hablaba antes que nosotros, que hablaba de nosotros antes de que naciéramos. Uno nace en la lengua, no es que la aprenda, es que como sujeto nace en ella. Lo que nos hace humanos es el lenguaje, tener que llamar a Otro que interprete nuestro grito en su lengua, con el malentendido fundamental que eso produce.

Lacan señala que el ser humano está más inacabado que cualquier otro animal en el momento de nacer, de manera que para la satisfacción de sus necesidades necesita del cuidado del Otro. Los animales de pequeños también necesitan el cuidado del otro, pero lo específicamente humano es llamar al Otro, y que ese Otro transforme los gritos en llamadas. La familia en el inconsciente es la tragedia de que la necesidad debe pasar por la lengua para ser atendida y en ese pasaje, algo se pierde. La necesidad debe ser traducida como demanda, y eso tiene un efecto traumático sobre las necesidades de los seres humanos, porque al pasar por la demanda se produce una desviación en las necesidades y estas aparecen marcadas por una falta: algo de la necesidad se pierde en el proceso, el lenguaje no alcanza para expresar toda la experiencia del cuerpo y queda un resto de algo que no puede pedirse , no puede decirse en palabras. Este resto es lo que en psicoanálisis vamos a llamar el objeto. Por su propia naturaleza es un objeto perdido para siempre: es aquello que de la necesidad no puede decirse en el lenguaje, y va a dar lugar al deseo y a la pulsión, que son también dos conceptos fundamentales en psicoanálisis.

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¿ES NECESARIO AMARSE A SI MISMO? EL ESPEJISMO DE LA AUTOESTIMA

El psicoanálisis nace como una teoría que subvierte la idea del devenir de la humanidad como un progreso continuo y muestra el reverso de esa figura central de la modernidad que es el sujeto de la conciencia y de la voluntad. El descubrimiento freudiano del inconsciente va a infligir una herida narcisística a la humanidad, porque va a mostrar que esa figura no es más que un espejismo, ya que la mayor parte de las fuerzas que operan en los seres humanos escapan a su voluntad y no solo eso, sino que buena parte de los impulsos que nos guían se oponen a lo que nos conviene.

Cuando Lacan inicia su trabajo, lo que está en boga en el mundo psicoanalítico es la Ego Psychology. Esta fue la adaptación de las teorías freudianas llevada a cabo en Estados Unidos por un grupo de analistas europeos que emigraron a este país: Hartmann, Lowenstein, Kris, Erikson y Rapapport entre los más conocidos. Esta corriente postfreudiana va a privilegiar el Yo en detrimento del tratamiento de la pulsión, guiándose por la máxima freudiana (donde Ello estaba, Yo debe advenir). En su concepción, opuesta a una supuesta decadencia europea que pone el foco en el conflicto y la muerte, la propuesta es una pragmática basada en la higiene mental que se extiende en los Estados Unidos a través de la psiquiatría y de los consultorios en revistas femeninas que indican como criar a los hijos, como mantener un matrimonio feliz, como alcanzar las propias metas en la vida etc. Para estos teóricos, las funciones yoicas no eran solo producto del conflicto intrapsíquico entre ello y superyo, sino que eran adaptativas, existiendo las llamadas áreas libres de conflicto que conviene potenciar en los tratamientos. La idea de integración y adaptación a la sociedad no están lejos. Lacan les criticaría su imitación servil de los ideales del american way of life.

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LOS SÍNTOMAS CONTEMPORÁNEOS

Cada época se caracteriza por su forma de tratar con la pulsión. En la época de Freud se recurría a la prohibición. Era lo que en psicoanálisis llamaríamos «el reino del padre»,  representante por excelencia de la prohibición en esos tiempos, y la represión era el sistema con el que fundamentalmente los sujetos se manejaban para mantener sus pulsiones a raya. Como sabemos eso funcionaba relativamente, los sujetos hacían síntomas que podemos calificar de «freudianos», producidos por la represión.

 

Entre la obra de Freud y la de Lacan hemos pasado de una sociedad de productores con la ética de la renuncia propia de ese capitalismo de producción, a una sociedad de consumidores, a un capitalismo basado en el consumo masivo, donde la cultura ha dejado de basarse en la renuncia a apoyarse en lo contrario: una cultura que demanda gozar sin límites: Just do it, impossible is nothing, enjoy Coca-Cola etc. Y lo que Lacan va a mostrar es que en el capitalismo hay malestar también por la satisfacción misma, y no por la renuncia, como en tiempos de Freud. Ya Freud había vislumbrado que el malestar del ser humano no tenía que ver sólo con la renuncia que imponía la cultura, sino que había algo en el corazón mismo de la estructura que imposibilitaba la satisfacción completa. De modo que, igual que no hay felicidad total en la cultura pura, tampoco hay felicidad en la satisfacción de la pulsión, porque esta linda siempre con un más allá del principio del placer.

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POR QUÉ EL PSICOANÁLISIS ES ÚTIL PARA PENSAR LO SOCIAL

Hay un prejuicio de que el psicoanálisis no se ocupa de lo social. Es cierto que el psicoanálisis es fundamentalmente una práctica de uno por uno, sin embargo sabemos que el sujeto no está solo. De hecho, al sujeto lo precede siempre el Otro, porque el sujeto está hecho de palabras, y las palabras son siempre las palabras del Otro. Un psicoanálisis, se puede decir así, es escuchar hablar al Otro que habita en cada uno de nosotros, ese Otro al que normalmente no escuchamos porque lo recubrimos con los ropajes del yo, de la propia voluntad… En un psicoanálisis se hace la experiencia de escuchar lo que del Otro habita en nosotros, las palabras que nos han dejado una marca, que nos han hecho posicionarnos de determinada forma en la vida, el guión que nos guía en la vida sin saberlo.

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